¡Vamos!

¡Vamos!

Muy bien, estamos listos para que Dios nos hable.

Digan conmigo, estoy listo.

Única cosa que les pido, porque los pastores de hoy hacen repetir.

Digan la que está asulado.

Digan la que está asulado, ponte eso adrante.

Ahora dile que está atrás.

Yo lo único que les pido, que digan que están listos y ya está y estamos listos para

recibir lo que Dios nos va a hablar, lo que creo, Dios ha puesto en mi corazón en esta

mañana.

Tardeo noche, según nos ven, en otras partes del mundo, lo cierto es que esta es una

suerte de continuación de lo que Dios nos habló el domingo pasado, sentí fuertemente

de transmitir esto, no para aclarar, sino porque a veces en una hora no alcanzamos o no

alcanzamos a discernir, a digerir todo lo que Dios tiene.

Hace muchos años, allá por 1853, el famoso escritor de cuentos infantiles Hans Christian

Henderson ilustró un fenómeno social en uno de los cuentos, en uno de sus cuentos muy

famosos, muy popular, llamado el traje del emperador, o el traje nuevo del emperador.

Un monarque anarcicista se rodea de personas obsequentes, la mebotas diríamos en algunos

países, que sólo le dicen lo que él quiere oír y entonces es cuando es el escenario

ideal para que aparezcan dos timadores, dos estafadores, dos vividores, testigos de la

ridícula situación que vive el imperio, se dan cuenta que es posible ganar mucho dinero

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