Este podcast he traído ustedes gracias a la ayuda del colágeno cual inova y de recarga

rápido. Te debía este episodio, Vígito lindo.

Así como te debo muchas cosas mágicas que con tu ayuda y mi empeño se van logrando

en mi vida.

Aquí te va una de las tantas promesas que te he hecho.

Tú que estás ligado a mi vida espiritual y físicamente. Este capítulo es dedicado a ti.

Mi viejito San Lazaro y a todos los que te aman y creen en ti como yo. Este episodio está hecho con mucho respeto para todas las personas que me escuchan, cualquiera

que sea su religión. Es una historia que marca mi vida en muchos sentidos y no pretendo

jamás ofender a nadie con lo que contaré ni inculcarles admiración por ningún santo o ninguna

religión. Desde la total humildad y el más profundo amor, les traigo esta historia. Seguramente

no es muy precisa, es difícil llegar a una conclusión real cuando hay tantas versiones de un

mismo tema. En todo caso, creo que va a ser muy interesante. Y a ti que me escuchas, gracias, mil gracias por dejarme acompañarte

en un pedacito de tu día. Nunca me cansaré de agradecerte.

Comenzamos.

Este espacio ha surgido de mi inmensa necesidad de comunicar todo lo que traigo por dentro.

Te invito a seguirme, escucharme, verme, y si tengo

suerte, te invito a que te quedes conmigo. Aquí conversaré con personas que me interesan un

chísimo para saber si como yo lo veo también lo ven ellos. Yo soy Claudia Valdez y esto es como yo

lo veo.

Tengo que ir a mi adolescencia por unos minutos donde comience esta historia.

Cuando mi tía maera, la hermana de mi papá se fue de Cuba, entre muchos libros valiosos

que dejó como, por ejemplo, el original sobre la vida de sorjónines de la Cruz y otros libros

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